lunes, 21 de marzo de 2016

EL QUE TIENE LA RAZÓN

EL QUE TIENE LA RAZÓN
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

No son formas válidas de razonamiento, precisamente porque se fundamentan en la sinrazón:
Los gritos, los aspavientos, las amenazas, los insultos, las ironías, los sarcasmos, los retos personalistas, la burla (en todas sus formas), las agresiones (físicas, verbales o psicológicas), las humillaciones, las descalificaciones, las alusiones ofensivas a la propia persona (a su apariencia física, por ejemplo), a su estrato socioeconómico o a su familia.  Las alusiones a su origen étnico, nacional, cultural, racial, religioso o político.

El que tiene la razón no se exalta porque no tiene necesidad de ello.
La verdad a la final brilla por sí sola, no importa de cuál tribuna o púlpito provenga.
El que se exalta lo hace por inseguridad o porque se siente perdido y evidencia una muy pobre forma de defender sus propias tesis; porque al no poderlas razonar, las grita desaforadamente, viéndose así seriamente invalidadas las mismas.

El que tiene la razón expone sus argumentos de forma clara, serena y pausada, respaldando afirmación por afirmación, inferencia por inferencia, con hechos de la realidad o tomados de ellos, como por ejemplo: testimonios fidedignos, encuestas serias y confiables, videos originales y fotografías no editadas, estudios científicos adelantados por prestigiosas universidades, entre otras fuentes.

La propia opinión no constituye una fuente de verdad, es solo un juicio apreciativo, porque al ser expuesto por un único individuo no es probadamente objetivo ni racional.

El que tiene la razón nunca se basa en suposiciones o conjeturas, en chismes o rumores, infundias o calumnias, como por ejemplo: me dijeron, escuché decir, me parece que, de pronto tal cosa… Etc.

Todas estas son falacias, pseudoargumentos o argumentos falsos que aparentan ser verdaderos pero que en realidad son espurios.
El que se fundamenta 100% en la razón no tergiversa los hechos a su acomodo, no dice y se desdice, porque evidencia ser una persona entera, de una sola palabra, coherente y por ello mismo consistente.
No utiliza como estrategia de refutación de la tesis contraria, el reducir la contrapostura a una caricatura discursiva que le queda fácil desvirtuar. No.
El que tiene la razón es una persona objetiva, que toma punto por punto lo que la otra persona sostiene y le opone sus respectivos argumentos, con disciplina, rigurosidad y disciplina.

El que tiene la razón se informa juiciosa y concienzudamente de las tesis y planteamientos de la contraparte, para poderlas debatir serenamente con argumentos, no con otras formas pseudo racionales de discurso, a las cuales antes me he referido.

Se debaten las ideas, no se descalifican las personas que las sostienen.
El debate racional y serio es entre ideas, planteamientos y conceptos, no entre individuos.

El día que esto entendamos seremos una sociedad racional, civilizada y plena.
Una sociedad que mandó al cuarto de los trebejos viejos los ataques personalistas y los desbordes emocionales, para reemplazarlos por la razón, el diálogo y el entendimiento.

Las emociones forman parte de la naturaleza humana, pero no deben hacer presencia en los debates, en la ciencia y en suma en ninguno de aquellos espacios propios de la razón, no de la sinrazón.

Las emociones son bienvenidas en las relaciones de pareja y de familia, cuando son equilibradas, mesuradas y altamente positivas, como por ejemplo el amor, la amistad, el cariño, la ternura, la comprensión, el entendimiento, la alegría, el sano esparcimiento, etc.

Las emociones negativas que conllevan tragedias como la ira, el odio, la venganza, etc. Deben ser superadas o al menos controladas y racionalizadas.
No creo que el día de lograrse todo esto esté lejano. Los maestros, los ministros y predicadores, los políticos, los militares, los abogados y los padres de familia y la sociedad en general tenemos una gran labor que cumplir en esta gran meta en pro del beneficio integral de la gran familia humana.

Madrid (Cundinamarca)
Septiembre 8 de 2015

domingo, 20 de marzo de 2016

¿CUÁNDO ME DECEPCIONO DE LOS SERES HUMANOS?

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¿CUÁNDO ME DECEPCIONO DE LOS SERES HUMANOS?
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

El alma se me crispa y los ojos se humedecen  cuando en nuestras grandes ciudades veo niños comiendo basura en las calles…

Cuando veo animales mal tratados por la injusticia y crueldad de los hombres…

Cuando veo lo que otrora fueran bellos paisajes, intervenidos por la contaminación ambiental y la depredación inmisericorde…
Cuando me entero de la violación de una mujer o de unos niños, que experimentaron en sus vidas la brutalidad y la torpeza del deseo sexual masculino…

Cuando la mano cruel del verdugo asesta los golpes de la maldad y del castigo físico, contra seres indefensos…

Cuando se olvidan o tergiversan los más grandes ideales románticos de la historia, en aras del individualismo y el egoísmo capitalista…
Cuando se destruye una biblioteca…

Cuando la mentira lacerante arroja la inmundicia del lodo sobre las personas más justas, dignas y probas…

Cuando soy impotente para evitar actos de salvajismo, crueldad o injusticia, perpetrados por las fuerzas del orden o por la fuerza desbocada de la maldad humana…

Cuando una madre abandona a sus hijos…

Cuando un padre le niega el apellido a sus hijos o cuando incumple con la cuota alimentaria…

Homo sapiens sapiens… ¡No hagas más daño! Ya has hecho suficiente.

Madrid (Cundinamarca), octubre 4 de 2013

jueves, 17 de marzo de 2016

REFLEXIONES SOBRE EL IMPORTACULISMO INFANTIL Y JUVENIL EN EL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO COLOMBIANO


REFLEXIONES SOBRE EL IMPORTACULISMO INFANTIL Y JUVENIL
EN EL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO COLOMBIANO
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Desde el sistema educativo legal vigente en Colombia nosotros mismos, como pueblo, como sociedad y como Estado,  hemos venido fomentando entre nuestros niños y jóvenes la preocupante actitud del escepticismo radical e indiferente, con visos de cinismo, que desemboca eventualmente en anomia (negación de las normas), en los casos más extremados y que se expresa en toda su crudeza con la lapidaria frase: ¡Me importa un c…!  Este desconocimiento flagrante de las normas tiene muy preocupados a padres, maestros, autoridades e instituciones educativas en los diferentes espacios de la vida colombiana. Las obligaciones más serias y graves se mandan olímpicamente al chorizo, precisamente porque les hemos enseñado a nuestros muchachos que

 iSi no fue para hoy, podrá ser para mañana!; Siempre hay una segunda oportunidad mijito, deje así; No hay que exagerar con eso de las normas, papacito… ¡Si se hicieron fue para violarlas!

Y los resultados son los siguientes, veamos algunas perlas:

·       Para mañana había que entregar un ensayo de filosofía, mijo… ¿Es que no lo piensa hacer? -¡Me importa un c…! ¡Para eso se hicieron las recuperaciones!
·       Oiga mijo, ayúdemele a su hermanita con esas sumas y restas grandes que no las entiende…. -¡Me importa un c…! ¡Problema de ella, no mío!
·       ¡Oiga estudiante! ¿Cómo así que usted no se sabe las tablas de multiplicar a sus 15 años? -¡Para eso se hicieron las calculadoras, viejo cucho prehistórico! ¡Me importa un c…!
·       ¡Oiga jovencito! ¿No ve que está invadiendo  el espacio de la ciclorruta? ¡Va a provocarles un accidente a los ciclistas! -¡Me importan un c… sus culas normas! ¡Yo hago lo que se me pegue la p… gana y ya!

La exageración de las oportunidades, en un sistema educativo que prohíja la recuperación de la recuperación de la vuelta a recuperar, ha dado al traste con el sentido del cumplimiento del deber entre nuestros muchachos, es decir, con la responsabilidad y con la disciplina. Alguien dirá…

¡Pero eso era con el anterior decreto, con el 230 de 2002 que decía que solo el 5% de los alumnos de cada colegio, podían perder el año! Ya con el decreto que lo derogó, el 1290 de 2009, las cosas son a otro precio. Ahora las instituciones educativas pueden implantar su propio sistema de promoción, pero deberán acogerse a una escala nacional de desempeños, para efectos de certificación y notas, cuando los alumnos pasen de un colegio a otro; o cuando acaben sus estudios.

A quienes esto digan yo les diría que el decreto 1290 convirtió la educación primaria, básica y media colombiana en una Torre de Babel, porque relativizó al límite mismo del absurdo los planes y contenidos curriculares. El decreto 230 (al menos su espíritu laxo e híper permisivo) continúa aún vigente en la actual legislación que así lo permite. He conocido colegios donde no se dictan las áreas fundamentales del currículo, establecidas por ley… ¿Y por qué no las dictan? Porque se amparan en su Proyecto Educativo Institucional (PEI), que así se los permite (?), hasta el propio desconocimiento de los estándares curriculares del Ministerio de Educación Nacional  y de lo establecido en la Ley General de Educación y decretos reglamentarios, sobre el particular. ¿Qué dictan entonces esos colegios? En lugar de matemáticas, español, inglés, ética, ciencias sociales o ciencias naturales, dictan cátedras como periodismo comunitario, psicofísica, proyecto de vida, investigación dirigida o radiodifusión, entre otras. Resultan muy reveladoras al respecto las significativas declaraciones del ingeniero japonés, residenciado en Colombia, Hiroshi Kaneko, en el documental ¿Por qué los colombianos somos pobres? del programa antioqueño La línea.  Veamos unos apartes. (Se mantiene el español defectuoso del entrevistado):

…(El) Japonés sí cumple (con) lo que tiene que enseñar y organiza materiales en las temas (sic), todo esto (…) Colombia, yo estoy mirando por la experiencia de la educación de mis hijos, (que) es muy variable, muy variable. De un colegio a otro y diciendo cosas diferentes (sic). Textos, hay muchas variedades de editor (sic) Incluso japonés hasta nivel noveno, todo el año gobierno Japón entrega textos a cada niños, cada niños (sic), con materia y todos, gratuitamente. ¿Qué quiere decir? Que es como emparejar la tema, temarias de educaciones (sic) hasta (el) nivel que tiene que llegar…[1]

¿Ven a qué me refería cuando decía que el sistema educativo en Colombia, para primaria, básica y media, se convirtió en una Torre de Babel? Cualquiera puede verlo y/o vivenciarlo, hasta un extranjero. Conclusiones:
Nuestro sistema educativo cayó en un relativismo absurdo que fortaleció las instituciones educativas, oficiales y privadas, lo que ha ido en franco detrimento de la calidad educativa impartida e hizo trizas la pretendida unidad curricular de contenidos.

Ese bosque enmarañado de planes, currículos, contenidos y asignaturas, ha contribuido a que nuestros niños y jóvenes se desentiendan de sus obligaciones estudiantiles, ante un sistema educativo poco coherente y variable, que pareció haber perdido el norte hacia el cual seguir.

Directa e indirectamente les hemos enseñado a nuestros niños y jóvenes que las obligaciones no son tan importantes, que los valores morales son negociables e inclusive, que los deberes éticos se podrían posponer o que se les podría sacar el cuerpo, impunemente.

¿Cuál ha sido entonces el más terrible y nefasto resultado, hoy por hoy? Que lo digan nuestros niños y jóvenes con su proverbial y lapidaria frase: ¡Me importa un c…!
nacoayala@gmail.com
Madrid (Cundinamarca), enero 12 de 2013



[1] PROGRAMA LA LÍNEA. ¿Por qué los colombianos somos pobres? (Video). Medellín (Colombia) 9 de octubre de 2012. (Los subrayados son míos)