jueves, 3 de diciembre de 2020

MUERTE A LA CORRUPCIÓN (Canción)

 


MUERTE A LA CORRUPCIÓN

(Canción)

-1-

Corrupción aborrecida que desangras a mi patria

Que condenas nuestros sueños a la cruel desilusión.

¡Te pedimos que te marches para siempre cual borrasca!

¡Te exigimos que te esfumes de esta espléndida nación!

-2-

Que se acaben las prebendas del que acata y no respeta

¡Nuestras leyes y principios y nuestra Constitución!

Que se acaben esos casos de: Conmigo no se meta

¡Que se acabe el privilegio que hace rey al más bribón!

 

CORO

¡Ya no más la corrupción!

Que desangra nuestras arcas…

Que las leyes se hagan firmes

Y ejemplar su aplicación.

¡Ya no más la corrupción!

Ciudadanos, no monarcas

Han de ser los gobernantes

¡De este pueblo en expansión!

-3-

Que el dinero del erario no se pierda indiferente

En los mágicos bolsillos del que solo piensa en él…

Que los jóvenes y niños sean legión inteligente

¡Que se educa para darle a nuestra patria un gran laurel!

-4-

Que las armas nunca ataquen al hermano colombiano,

Y el delito se castigue con firmeza por igual.

Que el respeto sea la norma en nuestro trato siempre humano

¡Y la causa del que lucha sea política social!

-5-

Porque somos con orgullo colombianos por derecho,

Del indígena hasta el negro y el mestizo y el raizal…

Desde el ROM hasta los pueblos que opusieron firme el pecho

¡Cuando vino el extranjero a dominar nuestro portal!

-6-

¡Adelante colombianos a luchar con valentía!

Contra aquellos que se atreven a adueñarse el porvenir…

De esta tierra generosa donde el pueblo en armonía

¡No renuncia a conquistar mayor justicia en el vivir!

 

Autor: Nabonazar Cogollo Ayala

Madrid – Cundinamarca

Octubre 15 de 2020


sábado, 13 de junio de 2020

¿PARA DÓNDE VAMOS?

Transformación digital en las empresas del siglo XXI
¿Para dónde va la historia humana?

Lo que vemos y oímos da miedo:

-Hay voces en la ONU en contra de los ancianos y su longevidad porque les quitan espacio planetario a los jóvenes.
-Otras voces abogan por enseñarles a los niños principios LGTBI.
-Otras voces abogan por la esterilización de los niños para controlar el crecimiento demográfico planetario.
-Otras voces abogan por defender la pedofilia como una opción sexual válida.
-Las sociedades secretas han venido irrumpiendo con fuerza (masones, illuminatis, etc.) hasta el punto que ya uno no sabe quién es quién. ¿El Papa es masón? ¿Sus mensajes públicos tendrían criptomensajes entonces?
-Los principios liberales de la igualdad humanista ya se han venido cuestionando seriamente en función de grupos selectos de la sociedad que manejan los hilos del poder económico y político.

Según todo esto: La familia, la sociedad y el mismo Estado, se vendrían socavando seriamente en aras de una nueva y terrorífica agenda.

¿Para dónde vamos entonces?

¡Averíguelo Vargas!

Pero lo que se ve venir no es bueno...

NABONAZAR COGOLLO AYALA.

domingo, 10 de mayo de 2020

HIMNO A SAN PABLO (Bolívar)



HIMNO A SAN PABLO
(Bolívar)

CORO
Levántate San Pablo mi tierra idolatrada,
Orgullo de Bolívar en el extremo sur…
Te arrulla el Magdalena con cantos de alborada
Y cumbias y tamboras te cantan al azul.

-1-
Tú fuiste del Caribe bastión de mis ancestros
Que dieron fuerte lucha contra el conquistador.
La sangre del palenque palpita en pechos nuestros,
Formándose tu pueblo valiente y luchador.
-2-
Tu puerto y ensenada se alzaron sobre el río
Con el grandioso impulso de tu gente cordial.
San Pablo el padre apóstol dio nombre al caserío,
¡Surgiste majestuoso con vocación triunfal!
-3-
Crisol del gran comercio de dos departamentos,
Y del negro petróleo riqueza sin igual…
Produces oro fino, frutales y alimentos
En ciénagas y campos de producción genial.   
-4-
  Tierra de pescadores y honrados campesinos
Que dejan sus sudores en el diario luchar…
Tu juventud radiante construye tus destinos
Con gran inteligencia y afanes de triunfar.
 -5-
El bocachico salta en la heráldica atarraya
Y tus mujeres bailan al son tradicional.
Tu pueblo te levanta, magnífico se explaya
Alzándote en sus brazos que saben trabajar.
-6-
¡Arriba mi San Pablo, levanta tu bandera!
Tus hijos entretejen las glorias de la paz.
Y tu folclor al viento refleja por doquiera
¡Tus ansias de progreso con reluciente faz!


Autor: NABONAZAR COGOLLO AYALA
Agosto 12 de 2019



viernes, 1 de mayo de 2020

A LOS TRABAJADORES (Poema)


A LOS TRABAJADORES
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

Levántate, levanta tu frente luchadora
Porque en cada mañana renaces a la acción.
Porque luces radiante como la nueva aurora
Con ganas de hacer patria, riqueza y redención.

Tus armas son tus manos, tu mente y tus ideas
Con los que haces un mundo dorado de ilusión…
Trabajador ferviente que das duras peleas,
Contra las injusticias con alma y corazón.

El oro de tu esfuerzo construye la riqueza
Y el porvenir grandioso de toda la nación.
Tú te mantienes firme, levantas la cabeza,
Consciente de cuanto haces por nuestra redención.

Horadas de los campos el surco germinante,
Surcas mares y ríos pescando por doquier…
Enseñas a los otros con mente desafiante,
Curas al que está enfermo cumpliendo tu deber.

Devienes en el hombre que escruta el horizonte
Buscando las respuestas de la alta inmensidad…
Cual mago te conviertes en guardia y en sinsonte
Que eleva un tierno canto de amor a la verdad.

En fábricas devienes en operario fuerte,
En maquinista diestro, también en conductor…
Y nunca te amilanas, no temes a la muerte,
Porque ofrendas tu vida fecunda en la labor.

También eres soldado que sacrifica vida
Por ver al ciudadano viviendo en santa paz…
Eres la secretaria que a diario nos convida
Con la risa que adorna magnifica su faz.

El alma del trabajo te lleva a ser taxista,
Lotero, lustrabotas, cantante o vendedor…
No existen las labores que tu frente resista
¡Porque la vida asumes con genio vencedor!

Eres el que construye del pueblo su progreso,
Eres el ingeniero y guardián de santa ley.
Levantas edificios que al cielo dan su beso,
Con luces esplendentes de mármol y carey.

Prosigues presuroso la senda del trabajo
Y asumes los papeles que debas asumir…
Porque el Señor eterno con gracia y desparpajo
Te dio grandes talentos en pro del porvenir.

¡Levántate, levanta, tu frente luchadora!
Trabajador que sabes la gloria merecer…
El triunfo y el salario, en la bendita hora,
Que Dios le dio a este mundo tu límpido quehacer.

Madrid – Cundinamarca Mayo 1° de 2017

viernes, 17 de abril de 2020

UNA TARDE PASADA POR FUEGO (Crónica)


UNA TARDE PASADA POR FUEGO

(Crónica)


Corría apacible el año 1979 y yo por entonces frisaba los 11 periplos planetarios de existencia. Entonces yo era una extraña mezcla entre científico loco, artista pluri experimental  y rapazuelo de los mil demonios, que vivía metido en aventuras y vivencias de toda calaña y especie; desde apalear a los viejos caballos de las caballerizas de mi papá, para arrancarle sus últimas fuerzas a galope tendido, por la llanura; hasta sacarle humaredas y chispas a los cables eléctricos de la casa, mediante luminiscentes y peligrosos cortos circuitos que constituían el colmo de mi alegría y expectación. ¡Ese era yo! ángel y demonio, que en más de una oportunidad hice llorar de desespero y angustia a mi pobre madre, quien me soportaba con paciencia y estoicismo admirables.

Pues bien, solía yo entretenerme elaborando moldecitos de cera derretida. Para ello me valía de una vieja jarra de aluminio de la enorme cocina de mi casa, en cuyo interior picaba y fundía trocitos de vela. Una vez obtenido el humeante fluido lo vertía dentro de aquellos agraciados frasquitos de vidrio blanco que, alguna vez habían contenido droga veterinaria y que mi papá desechaba a la basura, en abundancia cada semana. Una vez enfriada la parafina, rompía el recipiente y ¡qué delicia era regalarme con aquellas inigualables botellitas de vela, cuyos estilizados cuellos de traslúcida apariencia constituían toda mi dicha y deleite en aquellos inolvidables instantes!

Esa tarde había regresado del colegio y me había dedicado a husmear por aquí y por allá, en procura de algo que satisficiera mi insaciable y cruel curiosidad. Una vez me encontré con varios pedazos de vela, de variados y surtidos colores, producto de la última celebración navideña; determiné rápidamente hacia donde encaminar todo el cúmulo de mis palpitantes energías de gañán ocioso y desocupado… ¡Haría botellitas de vela! ¡Listo! Puestas las manos a la obra, busqué rápidamente la vieja jarra de aluminio que se empeñaba en mantener algo de la vieja tintura azulosa que tuviera desde los lejanos tiempos de su mocedad jarreril. Piqué en ella con el enorme cuchillo de la cocina los cabos de vela multicolor y, sin pensarlo mucho, coloqué a pleno fuego el recipiente, así dispuesto, en uno de los fogones de la estufa a gas que campeaba en medio de aquel gigantesco espacio de la cocina.     

Pero… ¡ah olvido de un desmemoriado empedernido! ¿En qué habría de verter la vela derretida si ni siquiera había conseguido un frasco pequeño que me sirviera de molde para hacer las anheladas botellitas? Con la velocidad de un gamo salí corriendo a todo lo que daban mis delgadas piernas de mucharejo onceañero, a buscar en todos aquellos escondrijos mágicos que yo conocía más que de memoria, donde pudiera hallar uno o varios de aquellos providenciales frasquitos, tan necesarios en aquel momento.  Llegué jadeante hasta la descomunal habitación de mis padres, en el extremo opuesto de la casa. ¡El mueble de la cabecera de la cama de mi mamá solía atesorar maravillosos elementos jugueteables, como nadie pudiera jamás imaginarse! Pero, nada. Ahí no había dejado yo en ningún momento anterior frasco de vidrio, botella o nada que se le pareciera. Acto seguido reencaminé mi veloz andanada de viento huracanado hacia las caballerizas, en cuya enorme pila de estiércol equino seco, en la parte de atrás del corral pequeño, solía Papá botar las abundantes botellitas de droga, cuidadosamente empacadas y dispuestas tal como cuando él las había comprado en las droguerías veterinarias de Cereté o Montería. Pero tampoco. Aquella tarde no había siquiera una empacadura de cartón en las que aquellas solían venir.  ¿Qué hacer? ¿La vela derretida? ¡La vela derretida! Entonces caí en cuenta que ya habían pasado más de diez minutos desde el momento en que había colocado al fuego la jarra de aluminio con los pedazos de cera. ¡La casa se podía incendiar!  Luego de haber cobrado repentina conciencia del daño que podía causar lo irresponsable de mi atolondrada acción, me dirigí como alma que lleva el diablo hacia la cocina, de donde gruesas bocanadas de humo empezaban a salir por las puertas, lo mismo que por la pequeña chimenea que le había dispuesto el maestro Oquendo, en la parte alta del caballete de palma amarga, cuando la había diseñado y techado.

Una vez llegué a la cocina, pálido como un papel y con el susto a flor de piel ante lo inevitable, coincidí en mi llegada, con la entrada estelar de Mamá, quien hacía simultáneamente su ingreso al recinto por la puerta opuesta, para presenciar con ojos desorbitados la flagrancia de mis azotables y terribles pilatunas.  

¿Qué pasaba en aquellos instantes con la jarra de aluminio? Ya no solamente arrojaba abundante humo, sino que ahora se hallaba incendiada por la parte de arriba, a la manera de una enorme y amenazadora antorcha, cuyas prolongaciones de fuego se alzaban varios centímetros por encima del recipiente. Mamá puso cara de tragedia y abrió tamaña boca, al tiempo que agitaba ambas manos en actitud de desconcierto y debacle apocalíptica. Ante lo rápido de los hechos ni siquiera alcanzó a articular media palabra. Yo, sin meditarlo un segundo, volé como un rayo hasta la estufa y armado con un viejo trapo de cocina, tomé el recipiente con ambas manos por el asa y lo llevé hasta el inmenso espacio del lavaplatos, donde lo coloqué en medio de llamas anaranjadas y humaredas azufradas, que se tornaban azulosas y blanquecinas a la vez. ¡Mamá miraba todo estupefacta, sin atinar siquiera a hablar! Acto seguido y sin miedo alguno a quemaduras, metí las manos entre las llamas y abrí al máximo la vieja llave del agua, con el fin de apagar aquel naciente infierno de vela, humo y candela. ¡El resultado de aquella acción temeraria y desesperada resulta casi indescriptible! Al contacto del líquido frío con el fluido graso e hipercaliente, salió de la boca de aquella vieja jarra una gigantesca llamarada enrojecida que bien pudo hacer palidecer al más sofisticado lanzallamas de acción bélica, fabricado por las grandes potencias en tiempos de la Guerra Fría. Aquel inusitado y poderoso torrente de fuego vivísimo se alzó varios metros encima de mi –unos dos quizás- y llegó peligrosamente hasta el elevado techo de palma de la cocina, donde hizo un espectacular efecto de fuente abierta en abanico, que hizo a mi pobre madre vivir verdaderos momentos de pánico por lo que pudiera pasarme.

Mamá siguió maquinalmente con la cabeza la trayectoria del fuego, hasta llegar al clímax del luminiscente y aterrador efecto llameante, que culminó con la agarrada a dos manos de su pobre cabeza. Yo, consciente de la gravedad de todo aquello y de la infaltable azotaina que sobre mí se cernía, opté una vez hecho lo anterior por poner pies en polvorosa y correr a todo lo que mis amados piececitos pudieran permitirme en aquellos fatídicos momentos. ¡La cocina se prendió! Fue lo único que atiné a pensar, al tiempo que corría como un desesperado hacia la enorme huerta de mangos, guamos, cocoteros y demás árboles frutales que campeaban en la parte trasera de la enorme casa campestre de mis padres.  Ese era mi refugio cuando la ira desencadenada de Mamá amenazaba, zurriago en mano, con ajustarme cuentas por alguna de mis infaltables y traviesas pilatunas. 

La tarde transcurrió aparentemente en calma, mientras yo, encaramado en lo alto de un árbol de rojas peras (que en el interior del país lo llaman pomarroso), observaba circunspecto lo que seguía después del presunto “incendio”. Hacia las 9 de la noche, me atreví a volver a la casa. Ya Mamá dormía plácidamente y mis hermanas, Consuelo e Isabel Cristina, me referían que el agua abierta a borbotones de la llave había apagado rápidamente la ígnea reacción de la vela derretida; aun cuando las telarañas de la palma en lo más alto del techo habían quedado incendiadas durante unos segundos, con enorme peligro para la estructura global de la casa, por lo que hubo que humedecerlas rápidamente para evitar una posible conflagración.  Pasada la primera reacción, se apresuraron a mirarme las manos, para comprobar si había salido ileso de toda aquella extraña aventura, inspección esta que culminó con un emocionado abrazo de lágrimas y suspiros, para decirme.

-          ¡Ay Nabo! ¡Tú por qué haces esas cosas! ¿Qué tal si te hubiera pasado algo, ahh?    

Abrazo este al que se sumó Mamá, quien en realidad no se hallaba dormida y esperaba con ansiedad mi aparición desde la profunda jungla de la huerta doméstica, guarida de mis fechorías e inefables travesuras. Luego de los reconocimientos, los perdones y los actos de contrición del caso, torné a mi cama satisfecho de haber salido en bien de toda aquella baraúnda de cosas; lo cual me daba nuevas fuerzas y bríos para emprender otra nueva aventura tan pronto como el sol hubiera salido; porque mi insaciable curiosidad de científico loco y artista pluriexperimental nunca jamás hallaron sosiego ni satisfacción total, mientras duraron aquellos inolvidables y dorados años de lo que fuera mi niñez en la casa de mis padres.

 Nabonazar Cogollo Ayala
Septiembre 18 de 2006.
Madrid (Cundinamarca)


domingo, 5 de abril de 2020

NEOLIBERALISMO EN COLOMBIA VERSUS CORONA VIRUS

Caricatura | Latinoamérica y el coronavirus El Tiempo Latino ...

NEOLIBERALISMO EN COLOMBIA 
VERSUS CORONA VIRUS
Por; Nabonazar Cogollo Ayala

El corona virus viene poniendo seriamente en tela de juicio el Estado Neo liberal en Colombia que se comenzó a implementar desde el cuatrienio de Cesar Gaviria Trujillo.

Estado neo liberal privado en donde el que tiene plata come y el que no, sencillo, se muere de hambre. Estado en el que estudia en una universidad privada el que tiene plata y el que no, tiene la magra opción SENA y las más difíciles de acceder, las universidades oficiales. Estado en el que es muuuuy difícil comprar casa por lo que Colombia mayoritariamente hablando es un país de inquilinos que no de propietarios.

Estado neo liberal este en el que tiene un alto nivel de vida el que accede a cargos burocráticos, cobijado en la malla del favoritismo y/o del pago de favores políticos y de la infaltable "palanca". La gente del común, el ciudadano raso, queda de plano excluido de estos privilegios y componendas. En consecuencia tiene que contentarse con medio vivir, regalando miserablemente su fuerza laboral a la pavorosa maquinaria capitalista de la producción local.

Y llegó el corona virus que no hace distingos de familia, política, raza, origen nacional, palanca o especie. El que tiene medios económicos le queda fácil encerrarse en el búnker de su casa, con pertrechos suficientes y esperar la cuarentena decretada por gobiernos nacional y locales. ¿Y los que no? ¿Que se mueran de hambre? ¿Que los boten a la calle por no pagar arriendos? El Ministro de Vivienda hizo unas enfáticas declaraciones en el sentido que ningún arrendador podía desalojar a sus inquilinos por más que le debieran. Y ese mismo día en la noche en un pagadiario de Bogotá desalojaron a 22 adultos emberakatíos y a 30 niños. ¿Y qué dijo el Ministro ante este hecho? Silencio, silencio, silencio. La que los acogió fue la alcaldesa Claudia López quien los socorrió con funcionarios que les llevaron mercados y los re alojaron.

¿Y los venezolanos? Desesperados por la falta de comida, de trabajo y por el desalojo en sus arriendos, muchos optaron por regresar a pie hasta su lejano país. La caminata desde Bogotá hasta Cúcuta abarca aproximadamente 14 días por carreteras peligrosas e inseguras. La Colombia neo liberal no es acogedora con los propios nacionales y las posibilidades para los extranjeros son mínimas cuando no nulas.

CONCLUSIÓN. El Estado Neo liberal se diseñó para un país sano, donde todos (o al menos LA mayoría) pudieran trabajar y los que no, cobijaran con la figura del grupo familiar a los suyos (padres ancianos, niños, etc.). ¿Y el que no tiene familia quien vele por él? Ese se muere. Porque en la lógica del neoliberalismo, el que no trabaja que no coma. (Máxima económica de vieja data en la humanidad). La contingencia fortísima del corona virus está socavando seriamente los cimientos del Estado colombiano y obligando a repensar y replantear sus manidas, excluyentes y mezquinas estructuras; en aras de un Estado menos egoísta, más social y más amable con el ciudadano del común.

sábado, 25 de enero de 2020

LA VERDAD OS HARÁ LIBRES (Artículo)


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LA VERDAD OS HARÁ LIBRES
Por: Nabonazar Cogollo Ayala

En aras de las hamburguesas, las pizzas y los shawarmas, las comidas tradicionales de mi tierra  han venido quedando atrás en las últimas décadas. La empanada de huevo, las carimañolas, el buñuelo de frisol, los quibbes (de origen árabe, pero aclimatados en mi tierra), el sancocho de bocachico en leche de coco, el mote de queso, etc. A cambio comemos dócilmente los manjares venidos de las tierras del Tío Sam, con toda su carga de carbohidratos excesivos, de colorantes pseudocárnicos y de grasas saturadas. Mis respetos, pero prefiero lo típico de mi tierra, no lo extranjerizante. Por convicción y por criterio dietético.

La colonización mental que nos ha venido imponiendo la macro industria propagandística de Hollywood ha permeado a nuestros muchachos hasta niveles inimaginables, haciendo ver nuestros valores tradicionales terrígenos como caducos y obsoletos. El extranjero nos vende la idea que lo nuestro no sirve, que lo válido es lo de ellos. Y muchos de nosotros seguimos ingenuamente tras de esos cantos de sirena. El día qué nos unamos como potencia USA y Europa temblarán, Y eso muy bien lo saben. No sigamos los dictámenes de la Casa Blanca, del Pentágono, de Hollywood, de Londres, Berlín, Paris o Moscú. Nos niegan no nos afirman un ápice. ¡Nuestra tierra bien vale la pena! ¡Rescatemos lo nuestro!

Madrid - Cundinamarca
Enero 25 de 2020

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