UN MINUTO PARA LA REFLEXIÓN
Miré hacia
arriba y perdí mi vista en la inmensidad del cielo, entonces reflexioné… ¡Qué
pequeño soy! ¡Cuán vulnerable soy y puedo ser ante las inmensidades del cosmos!
Miré hacia
el prado en el cual estaba parado y vi una diminuta hilera de hormigas rodeando
mis pies descalzos. Con un soplo hice volar algunas por los aires. Entonces
reflexioné… ¡Qué grande soy! ¡Cuánto daño puedo hacer a los seres más pequeños
que yo!
Miré en el
interior de un nido de aves silvestres y vi unos tiernos huevecillos a punto de
eclosionar. Entonces reflexioné: ¿Cómo es posible que en un espacio tan pequeño
tenga cabida un ser vivo?
Lancé mi
mirada hacia las zafirinas aguas del océano Pacífico y me admiré viendo las juguetonas
piruetas de un grupo de hermosas ballenas jorobadas, con sus tiernos ballenatos.
Entonces reflexioné: ¡Qué grandes y majestuosos animales! Ante ellos nada soy…
Y sin embargo su primer depredador es el hombre…
El ser
humano es todo un cosmos en el abismo infinito de su complejidad insondable y
siempre asombrosa. Y él mismo se halla inmerso en la majestuosa grandiosidad de
un macrocosmos cuyos límites reales o posibles nos resultan aún
desconocidos. Microcosmos en el
macrocosmos. Misterio dentro del misterio. ¿Somos finitos y contingentes? ¡Sí,
desde luego! Pero en la escala zoológica hay unos seres que tan solo viven
horas, nosotros al menos vivimos un lapso de tiempo próximo a la centuria. ¿Somos vulnerables? Sí, pero hay seres vivos que
lo son aún más, hasta el límite mismo de la indefensión. ¿Cómo se defiende la
crisálida del gusano de seda del gavilán carroñero? ¿Cómo se defienden las
tortuguitas recién nacidas de las hambrientas gaviotas que, al verlas corriendo
en la playa hacia el mar, se abalanzan contra ellas? El hombre es diminuto a la
vez que gigante. Un grano de arena en las doradas playas del océano cósmico,
que vive al socaire de las volutas de un planeta azul en un sistema estelar
unitario. El hombre es un minuto en el arcano imparable del reloj infinito del
tiempo.
Un minuto que reflexiona sobre
sí mismo, sobre su ser aquí, su ser en sí y para sí. Conciencia que se desdobla
y busca arañar las enormidades inefables de los cielos.
Nabonazar Cogollo Ayala
Madrid (Cundinamarca), marzo
02 de 2013.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario